En la Basílica de la Catedral de Lima el pasado viernes 14 de julio se realizó la sesión solemne de Clausura del Proceso Diocesano de Beatificación y Canonización de Mons. Alfonso María de la Cruz Sardinas (1842 – 1902), segundo obispo de la Diócesis de Huánuco y fundador de la Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción.
La sesión fue presidida por el Arzobispo de Lima, Mons. Carlos Castillo Mattasoglio. De esa manera, se avanza un paso más en el largo trámite iniciado el pasado 15 de julio de 2022 -fecha en que comenzó el “Proceso Instructivo Diocesano de Beatificación y Canización de Mons. Alfonso María de la Cruz Sardinas”.
Durante este tiempo, se ha venido realizado una ardua investigación sobre la vida y milagros de monseñor Sardinas, que incluyó entrevistas y testimonios de varios ciudadanos, muchos de ellos huanuqueños, que dieron fe de las virtudes de Mons. De la Cruz Sardinas.
Tras la sesión de clausura del proceso, el expediente con toda la información recopilada será enviado a Roma para ingresar a la última etapa en el camino de beatificar a Mons. De la Cruz Sardinas.
BIOGRAFÍA DEL SIERVO DE DIOS MONS. ALFONSO MARÍA DE LA CRUZ SARDINAS (HUÁNUCO, 1842 – LIMA 1902)
El destacado historiador Dr. José Antonio Benito ha escrito una breve biografía que transcribimos a continuación:
Fray Alfonso María de la Cruz Sardinas y Zavala, Fundador de la Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción y Obispo de la Diócesis de Huánuco, nació el 30 de mayo de 1842, en el jirón 28 de julio Nº 700 en Huánuco.
Sus cristianos padres fueron Don Manuel Sardinas de nacionalidad española y Doña Manuela Zavala, huanuqueña. El 1º de Junio de 1842, a los dos días de nacido fue bautizado en la Iglesia “El Sagrario La Merced” de la ciudad de Huánuco, por el Padre Patricio Trujillo, siendo su Padrino el Presbítero Doctor Antonio Telechea y los testigos Don Juan Abarca y Don Silvestre Estela. Recibió en la Pila Bautismal el nombre de Fernando, cambiado más tarde por el de Alfonso al ingresar de religioso al Convento de Ocopa.
Perdió a sus padres a tierna edad y quedó bajo la tutela de Don Isidro Soler quien le inculcó una sólida piedad y una tierna devoción a la Santísima Virgen. A pesar de los cuidados de sus parientes, hubo de experimentar los efectos inevitables de la orfandad.
Ya adolescente de 15 años, su figura era esbelta, alto de 1.71 m., de aspecto blancón, cara un tanto larga y bien proporcionada, frente amplia, ojos grandes y azules, cabellos rubios, dientes blancos, completos, y bien alineados, de finos modales, de fácil y elocuente palabra; y como todo joven lleno de ilusiones e ideales y atento a la Voluntad de Dios, como persona cristiana.
A los 15 años, 1857, decidió ingresar al Convento de los Padres Franciscanos de Ocopa, atraído por la vida austera y sencilla de los misioneros franciscanos.
Después de concluir sus estudios de filosofía y teología emitió sus votos definitivos el 18 de Diciembre de 1862. El sábado 1º de septiembre de 1866 se le confirió la Tonsura y las Órdenes Menores de: Ostiario, Lector, Exorcista y Acólito. El Subdiaconado recibió el domingo 2 y el Diaconado el domingo 9 de septiembre de 1866. El 3 de marzo de 1867 en la ciudad de Lima, le fue conferido el Sagrado Orden del Presbiterado por el Excmo. Monseñor Manuel Teodoro del Valle, primer Obispo de Huánuco.
Ejerció su misión sacerdotal en el Convento de Ocopa hasta el año 1875, fecha en la cual, fue trasladado al Convento de los Descalzos de Lima, y nombrado Vicario, Bibliotecario y Escritor, continuando su ministerio sacerdotal con admirable abnegación, humildad y modestia, mediante la dirección de Ejercicios Espirituales, misiones populares, renovación y creación de Congregaciones Religiosas. Fue nombrado Visitador apostólico del Convento de San Francisco de Asís y del Convento de Santo Domingo de la ciudad de Lima.
Se distinguió por su dedicación al confesionario, a la oración y a la misión apostólica. De preferencia consagraba sus desvelos a la gente desvalida. Extendió su labor misional a los pueblos de Huancayo, Lima, Ica, Ayacucho, Huancavelica y Huánuco, evangelizando con su elocuente y fervorosa palabra y con su vida austera, humilde y fraterna.
Fue Director Espiritual del Clero de Lima y Visitador de Comunidades religiosas por encargo de la Delegación Apostólica del Perú.
El 6 de Diciembre de 1883 fundó la Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción, dedicada a la educación y obras de caridad, por inspiración divina recibida en las misiones franciscanas del pueblo de Sayán, cuando fue curado de una grave enfermedad por intercesión de María Inmaculada. Las cofundadoras fueron la Madre Clara Alvarez Salas y la Madre Rebeca Valdivia Paredes, primeras religiosas de la naciente Congregación.
El 6 de diciembre de 1883, fundó en Lima, la Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción, al servicio de la educación y obras de caridad, siendo la Madre Clara del Corazón de María Álvarez Salas, la primera religiosa y Fundadora de la naciente Congregación, que progresivamente proyectó su misión evangelizadora a la selva y costa del Perú, a los países de Colombia, Italia y España, fieles al carisma fundacional y a las necesidades de la Iglesia.
El 12 de Agosto 1890 fue nombrado Obispo de Huánuco por su Santidad León XIII. El 11 de Enero 1891 recibió la consagración episcopal de manos de su Excelencia Monseñor Manuel Antonio Bandini en la Catedral de Lima y tomó posesión de su Diócesis el 21 de Febrero 1891, guiándola hasta el 26 de junio de 1902.
Como Pastor vigilante y solícito, trabajó con alegría y sin descanso por el bien de su grey, confiando en Nuestro Señor Jesucristo y por la caridad del Espíritu Santo, bajo la protección de la Inmaculada Concepción de María, reconociendo que nada se puede practicar con provecho sin el auxilio del cielo, sin el socorro de la divina gracia y para conseguirlos, solicitaba a sus fieles, que le ayuden con sus fervientes oraciones al Padre de las misericordias.
Llevó el mensaje de Cristo a todos sus feligreses, como apóstol incansable, mediante las Visitas Pastorales a las Parroquias de su extensa Diócesis, a través de sus Cartas Pastorales y sobre todo, por su vida austera, eucarística y caritativa. La Diócesis de Huánuco comprendía los Departamentos de Junín y Huánuco, que formaban un solo Departamento de Junín, con sede en Huánuco, que por entonces era la capital del Departamento de Junín.
El 1° de mayo de 1892, creó el periódico quincenal “La Paz”, como órgano formativo e informativo de los documentos oficiales de la Diócesis, y los artículos educativos, bajo la administración del Seminario Conciliar San Teodoro.
Después de once años de intensa misión episcopal en su amplia Diócesis, fallece en olor de santidad el 26 de junio de 1902 en la ciudad de Huánuco. Sus restos se encuentran en la Cripta de la Catedral de Huánuco.
En 1964, Monseñor Ignacio Arbulú Pineda inició la Causa del Proceso de Beatificación de Monseñor Alfonso Sardinas, por su permanente fama de santidad y su vida consagrada plenamente a Dios y la Iglesia. El Proceso ha sido reiniciado por la Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción.
El 25 del presente mes, en el marco del Año Jubilar de la Diócesis de Huánuco, al celebrar el Sesquicentenario de su creación y los 131 años de Fundación de la Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción, se presentará el libro, “Vida y Obra de Monseñor Alfonso María de la Cruz Sardinas Zavala, Educador y Mensajero de Paz”, escrito por la Hna. Bertha Flores Palomino. Evento que se realizará a las 4.00 p.m. en la Casa de Oración de los Padres Franciscanos Descalzos del Rimac, Lima, con la participación de distinguidos ponentes y fieles en general.
Su autora desea que el conocimiento de su vida y obras motive a alabar las maravillas de Dios realizadas en sus criaturas y a vivir con gozo el camino del Evangelio, instaurando la paz en la persona, en la familia, en la patria y en ell mundo, a ejemplo del Siervo de Dios, guiados por las exhortaciones del Papa Francisco, y la intercesión de los Santos Papas de este tiempo Juan XXIII, y Juan Pablo II, con la protección de la Inmaculada Concepción de María, Madre de Cristo y de la Iglesia para mayor gloria de Dios.
Como Obispo fue Padre, Pastor y amigo de todos, especialmente de sus sacerdotes, para quienes tenía el corazón tierno como el de una madre. Realizó las Visitas Pastorales, como verdadero apóstol de Cristo, llevando el mensaje de salvación hasta los pueblos más lejanos de su Diócesis, que abarcaba los departamentos de Junín, Cerro de Pasco, y Huánuco. Restauró y Construyó el Seminario y Templos de su Diócesis, adquirió numerosas fincas urbanas para sostener el Seminario y las obras de caridad. Fundó colegios en Jauja, Huancayo, Cerro de Pasco y Huánuco.
Como buen hijo de San Francisco de Asís fue humilde hasta el extremo, su noble espíritu jamás dió cabida a la vanidad y soberbia, vestía pobremente, nunca dejó su zurcido sayal de jerga, fue frugal en su mesa, caritativo con los pobres a quienes dio muchas veces su propio alimento.
Hombre de oración y penitencia, vivió en la mayor pobreza. Sufrió con admirable paciencia los dolores de una llaga incurable en la pierna. Sobrellevó muchos obstáculos con serenidad y fortaleza, propios de un santo.
Ya inutilizado se hacía llevar en un cochecito a la Iglesia para visitar al Santísimo Sacramento, donde pasaba largas horas en oración y contemplación. Se disciplinaba hasta derramar sangre. Antes de morir, hizo preparar su lecho en el pavimento para mortificación de su cuerpo y se entregó como oblación perfecta a la voluntad divina. Murió en olor de santidad el 26 de Junio de 1902 en la ciudad de Huánuco, a los 60 años de edad.
Por su vida virtuosa y ejemplar, el 5 de Julio de 1964, Monseñor Ignacio Arbulú Pineda, Obispo de Huánuco, inició la Causa del Proceso de canonización de Monseñor Sardinas. Su tumba es muy visitada en la Catedral de Huánuco, se le tiene por santo y se le atribuye muchas gracias obtenidas por su intercesión
Una frase que le caracterizaba era: “Que yo sea defendido por ti ¡Oh Virgen!”
MÁS SOBRE MONS. ALFONSO DE LA CRUZ SARDINAS
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PRENSA FRANCISCANA DEL PERÚ