Concluida la solemne celebración eucarística, franciscanos y dominicos pasaron agradables momentos de alegría y fraternidad en el antiguo Refectorio de nuestro convento, donde los hermanos de ambas ordenes religiosas intercambiaron sendas experiencias de vida en sus casas de asignación.
Momentos después soplaron las velillas de la torta de cumpleaños de Nuestro Padre Francisco, para luego disfrutar de esta velada que año tras año reencuentra a las dos familias religiosas mendicantes que ayudaron a reconstruir la Iglesia.
¡ PAZ Y BIEN !