
«Carta de agradecimiento a quienes encontramos durante la peregrinación de las reliquias de #SanBenito de #Palermo por América del Sur, con motivo del quinto centenario de su natalicio».
ESCRIBE: Fr. Fernando Trupia OFM, desde Palemo (Italia)

Reverendísimas Excelencias, queridos hermanos y amigos, pensamos en escribir esta carta a todos para expresar lo que hay en nuestros corazones al final de la hermosa experiencia que nos permitisteis vivir del 7 de julio al 23 de agosto de 2024.
Como bien sabéis, entre las actividades previstas durante el quinto centenario, los Frailes Menores de Sicilia han incluido el encuentro con algunas de las numerosas comunidades de América del Sur que viven una relación particular con san Benito de Palermo. Nuestro Ministro provincial, fray Antonino Catalfamo, nos ha confiado esta misión a mí y al hermano Marcello Badalamenti.
Confiando en el Señor y en el apoyo de nuestro Santo, así como en él de los hermanos de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Sicilia y de todos los hermanos que íbamos a encontrar, después de una larga preparación, llegamos entre Uds.
Hoy escribimos esta carta para agradecer al Señor por habernos regalado un tiempo tan intenso, rico en contenidos y duradero, ¡45 días!
No es fácil releer en unas pocas líneas el camino recorrido juntos; sin embargo, intentaremos recordar algunos momentos que marcaron esta peregrinación.
En todos Uds hemos encontrado una familia que nos acogió, nos amó y cuidó desde el principio. Nos referimos en primer lugar al Cardenal Baldassar Porras y a los excelentes Obispos que tuvieron plena confianza en nosotros y muchos de ellos estuvieron fisicamente presentes y plenamente involucrados en las diversas celebraciones propuestas para la entrega y veneración de las reliquias. ¡Gracias!
Qué maravilloso fue el encuentro con tantos hermanos de las Provincias de los XII Apóstoles del Perú y de la Inmaculada Concepción de Brasil. Todos los que conocimos, empezando por sus dos Ministros provinciales, fray Ernesto Chambi y fray Paulo Roberto Pereira, nos dieron una muy cálida bienvenida y nos ofrecieron un testimonio auténtico de vida franciscana.






Sintiéndonos tan amablemente acogidos por vosotros hermanos, habéis contribuido mucho a hacernos vivir los días pasados entre vosotros y con vosotros como un tiempo de gracia y de crecimiento humano y espiritual para dedicarnos con particular alegría y abnegación al intento de hacer visible en nosotros el mensaje que san Benito quiere comunicar hoy a todos los hombres de buena voluntad. ¡Gracias!
Cuánta generosidad hemos encontrado en todos vosotros, pueblo de Dios, que lo habéis hecho para con nosotros, tratándonos como peregrinos, miembros de vuestra familia, y precisamente por ser peregrinos nos habéis cuidado con mayor exquisitez, poniendo a nuestra disposición, hogar, alimentos y todo lo necesario para facilitar nuestra misión.
¿Qué podemos decir de los hermanos y hermanas que colaboraron con nosotros, que confiaron en nosotros, que nos aceptaron pacientemente? No mencionamos a nadie en particular, pero nuestro agradecimiento se extiende a muchas personas que nos han mostrado tanta generosidad y auténtico espíritu de servicio en la planificación, ejecución del programa y en la traducción de nuestras intervenciones al idioma portugués.
No os ocultaré que comenzamos nuestro servicio de amor con inquietud, aunque estábamos deseosos de dar a conocer el mensaje que san Benito quiere comunicar hoy también en Venezuela, Perú y Brasil; pero, con el paso de los días, nos dimos cuenta que las tres naciones mencionadas se han convertido en nuestro
hogar. Todos, sin excepción, nos hicisteis sentir a gusto. Muestra clara de ello no es sólo la exquisita hospitalidad que nos brindasteis, sino también la petición acuciante de las fotos que quisisteis tomaros con nosotros, porque en nosotros visteis la presencia de aquel de quien hemos hablado largamente. ¡Gracias!
Cuando intentamos releer el tiempo pasado con vosotros, muchas imágenes nos recuerdan los distintos momentos de la peregrinación. Para nosotros todos eran importantes y hermosos. Recordemos el que vivimos en Corcovado. Aquella imagen pretendía expresar la síntesis del mensaje que san Benito dirige al hombre de hoy: «Recuerda, hermano, que eres peregrino y que tu meta es el encuentro definitivo con Cristo Redentor, que desea abrazarte, como ya lo ha hecho conmigo. A través de mi humilde persona quiere mostrarles el camino para llegar allí.»
Conservamos una memoria viva de las liturgias celebradas juntos, de los momentos conmovedores de la entrega de las reliquias, particularmente la vivida en la Universidad de los Andes, de los encuentros de catequesis y escucha mutua, de las bienvenidas festivas con bandas musicales y bailes, de las procesiones con la participación de numerosos grupos de «Vassallos, etc.
Algún sufrimiento ha sido inevitable, pero lo que abundò ha sido la gracia. Por eso hoy queremos expresar nuestro agradecimiento al Señor por todo el bien que hemos recibido.
Pedimos disculpas a quienes no participaron como hubieran querido, a quienes no pudimos acercarnos como hubieran deseado. Seguramente habremos cometido algunos errores. Pidamos al Señor que la medicina de la misericordia pueda sanar cualquier herida causada por nosotros.
¡Créelo! No es fácil para nosotros decirles cómo nos sentimos: ¡queremos darles las gracias a todos! Todos los días de la peregrinación fueron intensos, vividos en la escucha de la Palabra del Señor y en la celebración de la Eucaristía. Desde este centro, corazón palpitante de la fe cristiana, el resto de iniciativas han encontrado y deben encontrar siempre impulso. San Benito es nuestro maestro en esto. Nos habéis abierto las puertas de vuestros conventos, de vuestras casas y de vuestros corazones en un confiado dinamismo de reciprocidad.
El Señor nos permitió concluir la peregrinación prevista; ahora el trabajo más importante y hermoso es llevar a cabo los propósitos que el Espíritu Santo nos sugirió durante nuestros encuentros (recordemos el motivo por el cual tomamos la foto al final de nuestras celebraciones) para construir comunión entre nosotros. Esto será posible en la medida en que, como San Benito, seamos transparencia solo de Jesús (recordemos el significado de la túnica), acogedores y atentos a todos, especialmente a los últimos y a los más pequeños, sin diferencia de raza o cultura. Que nadie se sienta extraño, que nadie sienta indiferencia. En este camino dejamos campo libre a la acción materna de la «Divina Pastora», a quien desde el inicio de la peregrinación pedimos en su santuario que fuera nuestra brújula.
Quizás no dijimos todo lo que esperaban, quizás nos olvidamos de alguien o de algo.
Sin embargo, espero que puedan sentir nuestro profundo sentimiento de gratitud y reconocimiento. Con el corazón lleno de emoción les pedimos que sigan orando por nosotros, como seguiremos orando por cada uno de ustedes… esto siempre lo subrayamos en el momento de la entrega del pergamino. Permanezcamos unidos en el amor del Señor y en frecuentes relaciones mutuas.
Por intercesión de San Benito invocamos la bendición del Señor sobre todos, pidiendo la vuestra sobre nosotros. Con profundo cariño.
#Palermo, 27/08/2024.